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¿Trabajo gratuito? No se respeta, hay que cobrar por lo que hacemos

Confieso que he hecho mucho trabajo gratuito. A veces es un cliente o expectativa de cliente que plantea una idea y te sugiere pensar un poco sobre el asunto. A veces es una asociación que te pide que des una conferencia.  Inviertes horas de trabajo, generas imágenes, tablas, comparativas, preparas una presentación. Con el tiempo me he preguntado si he tenido suficiente retorno de esas horas y si se ha valorado el trabajo realizado.

Recientemente hice referencia desde twitter a un artículo que me encantó de Selena Rezvani. Pero no resisto la tentación de traducirlo al castellano para que la comunidad hispanohablante disfrute de él si tener que recurrir a traductores automáticos. Me puse en contacto con ella, quien amablemente me autorizó a publicar este artículo.

Debo reconocer que, como consultor y antiguo desarrollador de software, cuando ella dice “mujeres” yo leo “desarrolladores de software” (sin distinción de sexo). Pido disculpas por ello, es deformación provisional.

Nota: He intentado realizar una traducción adaptando el lenguaje y diciendo las cosas como las diría un castellanoparlante, pero manteniendo el significado original. Seguro que hay montones de defectos, pero tras un par de lecturas a mí me parece aceptable. He añadido subtítulos para mejorar la legibilidad.

La gente no respeta el trabajo gratuito, así que hay cobrar por lo que hacemos

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Todos aceptamos la idea de que es nuestra obligación ganarnos nuestra credibilidad, nuestra experiencia y nuestra reputación. También sabemos que se nos valora en función de la experiencia acumulada y las habilidades que hemos forjando a través del tiempo. Sin embargo, existe una tradición asentada entre las mujeres que socava la relación de toma y daca, la auténtica relación de comprador y vendedor, y que supone un mal servicio a cada una de nosotras.

Estoy hablando de “repartir la leche de forma gratuita”. Regalar horas de trabajo es perjudicial para nuestras carreras; y añadiría que pedir regalos a otras mujeres es igual de malo, si no peor. Como mujeres, ya sea emprendedoras, empresarias, o líderes de la comunidad, a menudo esperamos que nuestros hermanas de género realicen alguna tarea por nosotras por mor de alguna incierta o inexistente ventaja futura . Dialogué sobre este fenómeno recientemente con Lisa Gates , cofundador de SheNegotiates . Lisa sugirió, acertadamente,  que “Tenemos muy inculcado el modelo de realizar intercambios y regalar cosas … y creo que esta mentalidad realmente nos daña. Sería mejor el lema: primero paga, luego te aporto valor. ” Esta es, sin duda, una gran mejora comparado con el usual “Dame ahora, y luego me haces las preguntas”.

Ejemplos

Yo he experimentado de primera mano esta costumbre. Mi principal fuente de ingresos son seminarios, talleres y charlas para colegios y empresas. Cada año me piden, generalmente mujeres, que realice una gran cantidad de estos eventos a un coste de – a ver si lo adivina- cero dólares. “Somos una organización sin fines de lucro”, argumentan unos.”Nuestro presupuesto es minúsculo”, explican otros. Algunos intentan presionar con eso de que con que “otros años hemos tenido ponentes que estaban dispuestos a hacerlo de forma gratuita”. Sin dudar de que lo que dicen sea cierto, eso de “algo” por “nada” no es un acuerdo serio, y estas organizaciones deberían pensar dos veces qué es lo que están pidiendo a las mujeres.

Esta dinámica también aparece de otras maneras. A una mujer que conozco se le pidió que presidiera una iniciativa empresarial que requería mucho tiempo extra de trabajo – el beneficio para la organización sería enorme – sin siquiera una sugerencia de aumento de sueldo, o de descarga de su trabajo habitual. Cuando nos piden a las mujeres que hagamos estos trabajos y los aceptamos, le estamos diciendo a la gente que nuestro tiempo, energía y esfuerzo tienen menos valor. Es cierto que se nos ha enseñado que para salir adelante hay que hacer más de lo necesario; pero esta idea puede dañarnos más que ayudarnos.

Posicionamiento

Así que si por cualquier razón se le pide a usted poner en juego el fruto de sus investigaciones, sus habilidades o su experiencia acumulada sin algún tipo de compensación ni ahora ni en el futuro, espero que considere esa solicitud con mucho cuidado, con una fuerte tendencia a decir “no”. Incluso mejor: ¿por qué no aprovechar la situación como una oportunidad para negociar mejor, con condiciones más favorables? Esbozar nuevos términos y condiciones le abrirá la posibilidad de encontrar opciones donde no las había y hará que usted tenga incluso opciones de obtener más de lo que había pedido. Su requisito de la compensación hará más fuerte su oferta.

Si tiene usted algún problema de conciencia a la hora de pedir una compensación económica, recuerde que el efecto de no cobrar se extiende más allá de usted. Imagine que yo le doy un discurso a un club femenino de la universidad, por ejemplo, y les cuento mi experiencia sin pedir nada a cambio, ¿qué les estoy enseñando para sí mismas? ¿Qué les estoy diciendo acerca de cómo deben comportarse en el futuro, o cómo deben valorarse a sí mismas? Por supuesto, no estoy hablando de la caridad ni  el trabajo de tipo pro bono, que serían excepciones; yo estoy hablando de regalar libremente la experiencia que tan duro hemos trabajado para construir.

Conclusión

Desde mi propia experiencia puedo decir que si bien no se sienta bien discutir con un cliente potencial, el beneficio mutuo – y la concesión mutua veces – son parte esencial de unas relaciones sanas y funcionales, tan necesarias para cualquier buen negocio. Defiendo y apoyo la idea de que unas mujeres ayuden a otras mujeres. De hecho, en mis libros y columnas, pido que se haga. Pero démonos cuenta de que estamos erosionando la credibilidad de las mujeres,  y no construyéndola, cuando se toma su trabajo por seguro. ¿Quieres hacer algo que realmente ayude a las mujeres? Paga su trabajo.

Saludos.

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