Después de realizar todas las acciones indicadas en mi artículo anterior llegó el momento de instalar el nuevo sistema operativo en mi viejo ordenador.
Así que inserté el CD de la versión 11.04 que ya había creado gracias a la descarga que se proporciona en su web y reinicié el ordenador. Ahora lamento no haber ido tomando notas para poder indicarlo aquí paso a paso, pero lo más interesante es la asignación de particiones.
Las particiones que yo había creado aparecían como particiones sin formato, sin nombre de disco, aunque sí con los tamaños que yo había creado, por lo que no fue dificil asignar 3 espacios diferentes: el de 5 Gigas, partición primaria, al raiz (root); el de 1 Giga, partición lógica, al fichero de intercambio o swap; y el de -el resto- a \home, para poder hacer backups de los ficheros de los usuarios de forma fácil (espero).
En cuanto al formato de alto nivel elegido para el root y el home (no hace falta para el swap), después de un par de intentos de utilizar ext4 y colgárseme la instalación, acabé decantándome por el ext3. Probablemente los fallos fueron culpa mía, aunque aún no he investigado por qué.
Pero finalmente funcionó y siguió adelante, instalando todo el software. Debo reconocer que no recuerdo si hubo que rearrancar el sistema al final, pero lo que quedó es un ordenador que arranca directamente sobre linux, aunque me deja algunos segundos para seleccionar el arranque por el otro sistema, el antiguo, cosa que por otra parte no he vuelto a hacer.
El escritorio ligero LXDE que incorpora lubuntu me ha resultado muy agradable desde el principio. Contiene las herramientas necesarias para realizar un montón de cosas: navegador, editor de textos, organizador, hoja de cálculo, juegos. Pero faltan otras como el java, que hay que instalar.
Así que llegó el momento de añadir elementos a mi escritorio. ¿Cuáles? El firefox, libre office, skype, wine… Pero eso lo haremos en una próxima entrega.